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En el verano de 2011, en plena efervescencia tras la Primavera Árabe, viajé a la capital de Túnez para documentar una boda tradicional tunecina. Fue una experiencia profundamente humana, marcada por el orgullo familiar, las costumbres ancestrales y una alegría colectiva. Durante una semana completa, fui acogido por la familia de Héla, la novia, y participé con mi cámara en todos los preparativos, rituales y celebraciones de este evento que duró tres días.
A través de estas imágenes y relatos, te invito a sumergirte en el corazón de una boda en Túnez: un viaje íntimo, festivo y lleno de simbolismo.
La primera jornada estuvo dedicada a la novia, Héla. Vestida con un traje rojo bordado en dorado, su atuendo simbolizaba protección, fertilidad y buena fortuna, colores y bordados típicos en la ceremonia de henna tunecina, conocida como lemlila. La familia se reunió para celebrarla, con hombres y mujeres en espacios separados, como dicta la tradición. En una de las habitaciones, rodeada de sus allegadas, una mujer mayor comenzó a pintar con henna las manos de Héla. Esta práctica no es solo estética: es una bendición simbólica para la novia, en busca de prosperidad en su nueva vida.
Durante este día también se realizaron los preparativos gastronómicos, un gesto colectivo y ritual en el que las mujeres mayores de la familia preparan y cocinan dulces tradicionales como makroud, ghribia o baklava. Recuerdo haber compartido ese tiempo en la cocina, donde se respiraba un ambiente de celebración y alegría.
La segunda jornada estuvo dedicada a Mohamed, el novio. En la tradición tunecina, es común que la familia del novio organice una fiesta vecinal, cortando incluso la calle para convertirla en escenario de celebración. La música popular sonaba entre bengalas, vítores, cánticos y los característicos ululeos de las mujeres, un grito cultural que demuestra felicidad y dicha. Mohamed fue levantado en hombros por sus amigos, en una escena que mezcla espontaneidad, identidad y pura energía comunitaria.
La boda se celebró en un espacio decorado con telones blancos, alfombras y detalles rojos. Allí, ambas familias se reunieron ante el imán, que formalizó la unión con la firma del contrato matrimonial (ʿaqd al-qirān) y la entrega de una dote simbólica (mahr).
Para este reportaje utilicé equipo digital y mi Bronica ETRSi de medio formato analógico, buscando capturar la riqueza cultural con profundidad visual y emocional. Mi objetivo era claro: documentar la dimensión social, espiritual y festiva de una boda tunecina desde dentro, siendo parte de la experiencia más que un observador distante. Fui acogido con calidez por la familia de Héla, quienes no solo me invitaron a fotografiar, sino que me hicieron sentir parte de la celebración. Esta cercanía me permitió capturar momentos auténticos, sin artificios ni poses.
Epílogo: más allá de la boda
Esta boda no solo fue un evento íntimo; fue también una manifestación de identidad cultural y libertad. En el contexto de la Primavera Árabe de 2011, se respiraba una energía especial: calles llenas de gente, palabras nuevas, orgullo por lo propio.
Este reportaje es un homenaje visual a ese tiempo y a esas personas que, entre cánticos, henna, comida y alegría, me enseñaron otra forma de entender el amor, la familia y la comunidad.